Testimoniales · Chac Mool 25 Aniversario




Autores:
  • Xavier Velasco.
  • David Cortés.
  • Leonardo Gracia Tsao.
  • Jose Luis Pluma.
  • Benjamin Salcedo.
  • Chava Rock.
  • Everardo Mujica Sánchez "Lalo Tex".

Transcrito del Booklet del Box Set del 25 Aniversario.


1980: T0DA EUR0PA saludaba con entusiasmo al rock de La Policía,  Nueva York bailaba con Los Carros y en México el rock seguía sin existir.  0 casi, por que ciertas noches, cuando los roborts ya se habían encerrado en el letargo cotidiano, algunos espectros nos desplazábamos por el oxigenado sur de la ciudad, en busca de un local hospitalario y pequeño, pero eso sí, muy permeable al delirio. Al sitio lo conocíamos como Carpa Geodésica, y en su interior solía aparecerse una banda integrada por tres instrumentistas, un nigromante que le metía harto pulmón a la flauta y un brujo siempre deseoso de practicar largas lecciones de alquimia en los teclados. El  nombre de aquella gavilla era Chac  Mool, su afán consistía en fertilizar el desierto y su oficio era el rock.

¿Qué  decir de unos tipos que amaban a los reptiles de Robert Fripp, los enanos de Werner Herzog  y la mala vida? Porque mala y no otra cosa era la existencia a la cual condenábase un músico empeñado en ejercer el rock progresivo en México, donde toda forma de rock era sujeto de una maldición que ni los super hombres de Catemaco parecían capaces de conjurar. Aún así, obligados por las perversas circunstancias a sostener sus vicios nocturnos mediante chambitas apenas buenas para esquivar a sus más insistentes acreedores, los que hicieron Chac Mool estaban decididos a lograr lo impensable:  grabar un disco, entre cuyos surcos cupieran infiernos urbanos,  paranoias apocalípticas, nostalgias prehispánicas, influencias europeas, ensoñaciones hindúes, una salamandra y un camaleoncito.

Tiempos difíciles: lograr que una compañía disquera decidiera editar el primer disco de un grupo mexicano de rock equivalÍa a convencer a un apostador de meter su lana contra Bjórn Borg en la final de Wimbledon. Por eso los pululadores de la Geodésica - un amasijo de new waveros,  jipitecas, punketos, progres, glitteristas y hasta uno que otro discotequero de closet  - recibimos la noticia del inminente primer disco de Chac Mool con la misma sorpresa que, nueve años antes, provocara en su deslumbrados espectadores la mítica Encuerada de Avándaro.  Es mas: cuando los  miembros de la banda, inmiscuidos en un oscuro concurso donde participaron casi todas las escasas bandas de rock que entonces conformaban nuestro pobre haber, declararon hallarse próximos a la grabación de su primer disco, varios de los presentes tacharon tales palabras como una infumable muestra de arrogancia:  ¿qué se creían esos greñudos para andar grabando discos y además decirlo? ¿no eran el anonimato y la miseria las más altas virtudes del rockero nacional?  Esa declaración le costó a Chac Mool el primer lugar del concurso (que de cualquier manera no servía para nada), pero entonces vino lo más importante: el disco.

Una profesión con bajas propiedades alimenticias, como era el rock mexicano al principio de los ochentas - y  la  verdad es que no dejó de serlo en toda la infausta década - sólo podría sobrevivir si había en su desempeño dos ingredientes elementales:  placer y terquedad. Instalados en el escenario de la Geodésica, y en los que su tímida pero creciente popularidad conseguía, los de Chac Mool se clavaban en su labor con devoción de oficiantes, y así nos echaban toda la ponzoña de un placer íntimo que los había vuelto tercos y, a los ojos conformistas, pretenciosos. La noche de la presentación en sociedad de Nadie en Especial  - impreso en vinil transparente, con su funda doble donde los cinco aparecían de pie a orillas de una legendaria Autobahn mejor conocida como Anillo Periférico - las estruendosas felicidades de Jorge Reyes, Carlos Alvarado, Mauricio Bieletto, Armando Suárez y Carlos Castro no cabían  en el Teatro Ciudadela. Como los años que se pasó Jorge recorriendo la India y la correspondencia de Carlos con Stockhausen, la edición de Nadie en Especial parecía pertenecer al sinuoso territorio de los milagros.

- Xavier Velasco.
(Escritor mexicano, nacido en 1964)
https://twitter.com/XavierVelasc0



LA  APARICIÓN  DE CHAC MOOL, debido a la conjunción de circunstancias, fue la conclusión de un sueño. Finalmente, luego de años de espera, un grupo mexicano de rock era editado en un sello transnacional de forma muy profesional: portada doble, acetato en vinil transparente y letras incluidas. A quienes lean esto les parecerá una victoria pírrica y probablemente lo sea; pero en los albores de los ochenta el rock hecho en México avanzaba así: a pequeños pasos que para los interesados en esa época eran los de un gigante.

Estábamos acostumbrados a trayectorias plasmadas en un solo disco, a bandas fugaces, promesas incumplidas y al ya merito. Por eso, luego del celebrado - justa o exageradamente - Nadie en Especial, su debut discográfico, más importante fue la continuidad alcanzada, porque cuando el rock azteca era más el resultado de buenas intenciones que del trabajo sistemático, el quinteto consiguió hilvanar una cuarteta de discos.

Chac Mool se inició con el progresivo y sus discos posteriores: Sueños de Metal - todavía de lleno en el género, aunque ya aderezado con un poco de techno-pop -, Cintas en Directo - un testimonio de la actividad en directo de la banda -, y Caricia Digital - de lleno en la new wave y con cambios importantes en la alineación -, retratan fidedignamente la trayectoria de un colectivo que nació con ideas firmes, pero paulatinamente tuvo la necesidad de adaptarse a los cambios producidos en la industria del rock.

La agrupación, no obstante los cambios de estilo y de integrantes, siempre mantuvo un alto estándar de calidad en sus producciones discográficas, una peculiaridad que muchos apreciamos en su momento, sobre todo porque venía a demostrar que las cosas podían hacerse con dignidad en este país.

Un cuarto de siglo después de su primer disco, Chac Mool siguio siendo una de las piedras angulares no sólo del rock progresivo nacional, sino de la escena entera, una banda que se  ganó a pulso el status de leyenda y todavía espera por el reconocimiento debido.

- David Cortés.
(Periodista, autor del libro: El Otro Rock Mexicano, Times Editores, 1999)
https://es-la.facebook.com/david.cortesarce.3



RESCATE ARQUEOLÓGICO. Al principio de los 80 vivíamos en la prehistoria digital. Tener una computadora en casa era un concepto de ciencia-ficción, el cine era necesario verlo en salas, enviar un correo implicaba meter en un buzón algo sellado con estampillas y la única forma de hablar por teléfono en la calle era poniendo veinte centavos en un aparato generalmente descompuesto.

En ese contexto que ahora se antoja casi cavernícola, el rock en México era una especie de entelequia que existía por la  necedad de unos cuantos. Ningún grupo extranjero vigente - salvo  la gira exótica de Police en 1981 - se molestaba en hacer escala en nuestro país, ante una prohibición extra oficial, y los conciertos se limitaban al talento local en condiciones desfavorables,  por lo general.  Es difícil concebirlo ahora pero entonces uno era joven e interesado por esas escasas manifestaciones de rock nacional. Chac Mool sobresalía en dichas circunstancias debido a que a) era un grupo del llamado rock progresivo, cuando la moda era lo seudopunk nuevaolero; b) componía y tocaban piezas que, en la mayoría de los caso rebasaban los cinco minutos límite de la tolerancia comercial; y c) grababan discos LP - cuatro en total- producidos con esmero por el difunto Paco Rosas y Pepe Návar (que a la vez fungía de manager, pilmama y psicólogo de grupo).

Según puede deducirse de los títulos de las canciones - Aymara, Bienvenidos al Fin del Mundo, Un Mundo Feliz, El Día que Murió el Rey Camaleón, Kandahar -  las ideas eran tan ambiciosas como su ejecución, con numerosos momentos para la interacción de los músicos, dominada por el  virtuosismo de Jorge Reyes o los teclados de Carlos Alvarado.

La interacción no siempre fue feliz,  pues el habitual conflicto de egos llevó a la disolución del grupo. Reyes, me parece, fue el primero en abandonar Chac Mool y no es casual que sea el único que se mantiene activo sobre los escenarios. Su continuado interés por la música prehispánica lo ha llevado a ser uno de los principales exponentes de ese género del teponaztli eléctrico.

lgual Chac Mool tenía los días contados. Su aspecto físico no era susceptible de volverlos ídolos juveniles de MTV, ni el  tipo de su música adecuado para el estrecho formato de  la TV o  radio comercial. Ahora que Chac Mool es uno de tantos recuerdos de los divertidos aunque primitivos 80, la presente colección sirve para conservar esa nostalgia en estado puro. Es de celebrar que Pepe Návar y otros arqueólogos se hayan preocupado en desenterrar los vestigios y restaurarlos con la mayor fidelidad posible. Ese es el chiste de las compilaciones: permitirnos volver al pasado para tener una perspectiva clara de qué tanto nos hemos deteriorado en el presente.

- Leonardo García Tsao.
(Escritor y critico de Cine mexicano, nacido en 1954).



EN LA DÉCADA DE LOS OCHENTA el rock mexicano, aunque prohibido por vándalo, tóxico y ruidoso, seguía aferrado a la vida, a pesar del efecto ¡Avándaro!, que casi había borrado todo vestigio rocanrolero. Es, precisamente, cuando aparece Chac Mool grupo que, sin proponérselo, abriría nuevos caminos para no seguir tropezando con la misma piedra. Y es que, sus militantes, Jorge Reyes (guitarra, flauta, voz), Carlos Alvarado (sintetizadores, mellotrón), Mauricio Bieletto (cello, voz), Armando Suárez (bajo, voz) y Carlos Castro (batería, percusiones), curtidos por los devenires que habían experimentados en sus bandas anteriores, deseaban poner un ¡hasta  aquí!, a las deficiencias que venía arrastrando el músico mexicano de rock. Para lograrlo, tuvieron que dejar la improvisación, la indisciplina, el ego y los sueños fallidos, para poder pisar los terrenos del profesionalismo.

No fue fácil porque eran vicios muy arraigados, producto de la falta de motivación, reconocimiento y trabajo. Pero en un albur, verdaderamente audaz, se despojaron, entonces, de decenas  de banalidades que los carcomían, para aceptar, bueno, para confiar en un manager. Este  fue, por supuesto, Pepe Návar el ¡Apóstol del Rock!, periodista rudo, ejecutivo disquero, articulista irónico, oyente compulsivo y observador mítico quien, pudo convencer a la banda para trabajar verdaderamente.

A base de citas, platicas, argumentos, opiniones y batallas verbales pero, más que nada ¡huevos! entrarían a la compañía de discos PolyGram. Chac Mool, ¡se robaría la escena! - como quien dice - con su disco debut de funda doble y acetato transparente (que fue insólito pues ¡eso era muy caro!), al aparecer en Ia portada Conecte (donde ningún otro grupo mexicano había salido antes), el de ser programado en Radio Educación, Radio Universidad y en ¡La  Hora Nacional! (esto último sumamente increíble) y participar en el noticiero matutino de Guillermo Ochoa, en el Canal 2 (donde no sólo  ¡no  fumaban! al rock mexicano, sino que ¡lo odiaban!). Y bueno, ¡la bendita sociedad! y el ¡sistema político!, los tolerarían. Y ellos, llegaron, hasta donde tenían que llegar para que nos hacemos. Las bandas que los siguieron ha continuado haciendo la historia. Chac Mool abrió ciertas puertas, que estaban herméticamente cerradas, creando confianza, credibilidad y apertura del rock mexicano hacia el negocio de la música en las disqueras, diarios, revistas y medios radiofónicos y televisivos, ni más ni menos. De ahí su trascendencia.

- José Luis Pluma "La Bruja".
(Periodista mexicano, director de la revista Conecte).



AL INICIO DE LOS 80, la oferta musical en México era escasa, no nula como dicen algunos detractores carentes de memoria e información.

Los que vagamos en el submundo de la música mexicana teníamos algunas opciones y siempre nuestro nacionalismo nos orilló a prestarle atención y cierta condescendencia a las propuestas caseras.

Un buen día saliendo de la universidad junto con un par de amigos, decidimos acudir a la Carpa Geodésica (que todavía existe en Insurgentes Sur) para ver un concierto de una banda que  empezaba a llamar la atención, su nombre era Chac Mool. Anteriormente había tenido oportunidad de acudir a algunos conciertos de rock progresivo mexicano porque durante la secundaria fui compañeros de Víctor Baldovinos, quien fungía como baterista de lconoclasta, pero eran muy pocos los componentes de este género que realmente sobresalían.

Nos llamó mucho la  atención que Chac Mool tenía un sonido atractivo, complejo e interesante; buena presencia escénica y sonaban frescos a  pesar de que el movimiento progresivo mundial tenía más de una década de existencia. Como fieles fanáticos de Pink Floyd,  Yes o Genesis, el hecho de que un grupo mexicano hiciera algo atractivo en este género musical era motivo de celebración y admiración. A la primera oportunidad corrí a buscar su material discográfico, en esos días Flashman 2001 (que se localizaba en Félix Cuevas) era la opción si querías comprar rock progresivo. Encontré un par de disco del grupo, pero mi escaso capital me orilló a comprar sólo uno. Atraído por la portada de "El  Monstruo de la Laguna Negra" adquirí Nadie en Especial. El disco sonaba muy bien, tenía una portada doble y parecía importado. Ahí conocí al grupo, y posteriormente seguí sus pasos hasta su lamentable desaparición.

Siempre me atrajo el sonido que aportaba Carlos Alvarado, era el protagonista y pilar sobre el cual descansaba el resto de la banda. Cuando trabajé en Rock 101 en el lejano año de 1987, recuerdo que se eligió material para una naciente estación llamada Espacio 59 que ocuparía el lugar de La Pantera.  En la programación apareció "Vestir  de Rojo". La gente la pedía a pesar  de su simpleza orientada al pop, y llegó a ser un éxito radiofónico. Desgraciadamente, como al igual que hoy en día, cuando sólo una estación de radio se preocupa por apoyar a rock nacional, el movimiento resulta efímero. Sin embargo, fue un gusto haberlo hecho en su momento cuando nadie creía en los grupos  mexicanos. Esa alegría nadie nos la quita.

- Benjamín Salcedo.
(Director de Rolling Stone Mexico).



CHAC MOOL MOVIÓ VARIAS ARENAS, algunas movedizas, sin embargo, no cayó en ellas.

Abrió brecha en compañías de discos transnacionales sin concesionar su trabajo. Se  preocupó y empleó buenos productores e ingenieros para optimizar el sonido de sus obras. Vaya, incluso tenían representante, Aspectos ahora tan comunes, pero que en ese amanecer de los años 80, los grupos no sabía como cuidar su trabajo. Rebasaron en México el progresivo  dogmático y formaron parte  de un cimiento de rock mexicano, prueba de ellos sus discos, esos tan raros que se hacían entonces y prácticamente todos buenos; tan es asÍ, que aún ahora, en otro milenio, se posibilita que lo literal pase a lo real con estas caricias digitales. Golpes contundentes que todavía son bien recibidos.

Me tocó conocer más de cerca su trabajo en su última etapa, cuando Jorge Reyes ya andaba en otro canal. Armando Suárez, bajo, fue  mi  amigo y en alguna ocasión los acompañe al  Canal 11 con Luis Carbajo (q.e.p.d). Ahí se les anunciaba como la gran banda. Lo fue. Vale la pena señalar que en los años 80 no todo nació con Comrock, ni con el "Rock en tu Idioma". El  hilo negro ya había sido descubierto decenios antes, sólo que con Chac Mool se mostró parte de la resistencia de los músicos.

Hubo otros Chac Mool de la mano de Armando, con su hermano en la bataca, y probando a varios guitarristas, una de ellas fue Adriana Harris, ex Crisálida; el otro lirero fue, uno que ya no está entre nosotros, el extraordinario Juan Solo (hermano de Mariano, bataco de EI Tri). Pero esa historia fue ya una fase final, que en unas rarezas algún día se incluirán.

- Chava Rock.
(Periodista mexicano)



HACE AÑOS ACUDÍ con mis hermanos a un concierto en el Centro Cívico de Ecatepec. donde anunciaban a Chac Mool. Después de escuchar un chingo de veces "Un Mundo Feliz" en la consola Stromberg Carlson de mi  papá y de alucinar con la portada de este extraordinario disco, llegamos al citado lugar temerosos de que todo fuera un engaño de los empresarios, Pagamos nuestro boleto y nos fuimos al frente del escenario. Lo primero que llamó mi atención fue ver un equipo instalado, cosa rara porque, la mayoría de los grupos se instalaban en caliente y tocaban. Cuando comenzó a  tocar Chac Mool ¡Guau! Se oían de poca madre, igual que en el disco. Todo se escuchaba clarito: las voces, la bataca, el bajo, los teclados y la guitarra.

Sentí que había encontrado algo diferente a lo que siempre esperaba cuando asistía a una tocada. Esa noche, al terminar el concierto, el Muñeco Mayor, o sea yo, ya no fui el mismo. Empecé a ensayar con mi guitarra con más ganas, gracias a Chac Mool.

- Everardo Mujica Sánchez "Lalo Tex"/"El Muñeco".
(Guitarrista y cantante de la banda mexicana Tex Tex, fallecido en 2016)


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